miércoles, 4 de febrero de 2015

Sentidos de los peces y su aplicación en la pesca: El oído, el tacto y la línea lateral

Última entrada de esta serie, y es que he decidido agrupar los sentidos que "menor" importancia les solemos dar, o que no se tienen tan en cuenta en surfcasting, y sin embargo actúan como un perfeccionado radar en su conjunto, condicionando el engaño de estos sentidos al éxito en nuestras jornadas, sobretodo en el caso de buscar depredadores.


Así que empezaremos, como siempre, por situar los órganos y comentar sus características.

Los peces no tienen orejas y por lo tanto su oído es interno, no por ello oyen mal, de hecho muchas especies hacen uso de la vejiga natatoria para amplificar la capacidad del oído.
Y es que no necesitan las orejas para percibir el sonido, pues el agua transmite mucho más rápido y con menos pérdida de intensidad el sonido que el aire, sobretodo en el caso de los sonidos graves.


Vemos que el diseño base de su oído no difiere demasiado al nuestro y es fundamental para, como en nuestro caso, mantener el equilibrio y orientarse.
Como está en suspensión y gracias a la gravedad, funciona como un giroscopio, informando al cerebro de la posición del cuerpo respecto a los 3 ejes de posición.

Otra diferencia entre nosotros y los peces, es el sentido del tacto, pues tal y como lo percibimos nosotros se limita la zona de los labios y los bigotes de algunas especies.
Lo que hace que su tacto sea realmente distinto a nosotros es la línea lateral, formada por un conjunto de células sensoriales (neuromastos) que trazan una línea transversal a lo largo del cuerpo del pez, por ambos lados, y que son sensibles a los cambios de presión que reciben a través de unos poros en la piel, lo que les permite detectar ondas y vibraciones en el agua y transmitirlas al cerebro:


Diversos estudios (Braun, 2002) han demostrado que tienden a identificar como presas las vibraciones comprendidas entre los 20 y los 100 Hz de frecuencia.

Algunas especies han llegado a desarrollar la línea lateral para detectar impulsos eléctricos, como es el caso de tiburones y rayas.

No nos debe extrañar la fuerte conexión entre la línea lateral y el oído interno, porque estos sentidos nunca abandonan a los peces, independientemente de la luz o el estado del agua, por lo tanto confían mucho en ellos y les sirve para orientarse en su aprendizaje.
Y es que estos sentidos, actuando en conjunto, permiten a un pez localizar su presa en aguas turbias con absoluta precisión y ahí radica la gracia del engaño en muchas técnicas de pesca, sobretodo en el spinning.
Es un conjunto tan preciso que les permite identificar a sus presas más comunes sin verlas y, además de localizarlas, le indican al cerebro el tamaño que tienen en proporción al suyo.


Tras esta breve introducción, pasamos a la parte de mitos y recomendaciones.

Y como hemos mencionado el spinning, empezamos por el uso de señuelos con sonajero o silenciosos.
La teoría dice que con aguas turbias o batidas hay que hacerse notar, por lo tanto el uso de señuelos con sonajeros que abarquen tanto graves como agudos entre 20 y 100 Hz sería lo indicado.
En el caso de aguas cristalinas y calmadas, con un sonido seco grave (los típicos con contrapesos grandes que hacen cloc-cloc) es más que suficiente, incluso si se trata de señuelos que mueven mucha agua como poppers o paseantes, mejor que sean silenciosos, no es aconsejable ratlins metálicos.
En la práctica ha demostrado ser así, pero a esto debemos añadir que el sonido es solo una parte del atractivo del señuelo, la vibración que produce en el agua es más importante, así como la capacidad de aprendizaje de los peces, ya que los adultos terminan por rechazar los sonidos y vibraciones de los modelos más utilizados, por lo que según la presión pesquera y las modas de cada zona favorecen el uso de distintos modelos (sin ser tan importante el sonido).
La clave suele ser en la mayoría de los casos a dar con el señuelo del tamaño y que reproduzca las vibraciones del pasto en ese momento.
La misma teoría se aplica al movimiento que damos a la muestra, en días calmados más tranquilo y con más pausas y en días revueltos más enérgico.

Nos centramos ahora en los sonidos más que las vibraciones, ya que es conocido por los pescasub que algunos sonidos atraen a los peces, como que rascar mejillones con una piedra pone cachondísimos a los sargos, o golpear una piedra a los llobarros, o más genéricos como agitar la mano sobre el fondo para levantar arena... etc.

En surfcasting también se pueden utilizar este tipo de reclamos de sonidos y vibraciones, de hecho los utilizamos inconsciente mediante el movimiento que le permite el bajo al cebo, aspecto fundamental para una presentación correcta y que se consigue ajustando el diámetro de la cameta a la corriente y el tamaño del cebo presentado.
Pero no solo eso, las mabras reaccionan a las vibraciones del sonido que transmite la línea de pesca, si están lo suficientemente cerca, por lo que si estamos frente a un banco y por lo que sea no pican, darle unos toquecitos a la caña con la uña atrae su atención y provoca la picada en muchas ocasiones.
De un modo similar, las propias mabras y también los sargos responden con picada al arrastrar un palmo el plomo por el fondo, basta con tensar la caña con media vuelta de manivela cuando creamos que están rondando el cebo, funciona muy bien cuando los sargos muerden el cebo pero no se clavan.
De hecho, yo practicaba hace unos años lo que se podría denominar "surf-spinning", donde con una caña ligera, plomo de 60gr y unos coreanos jumbo, me recorría las playas, lanzando y recogiendo constantemente, y he de reconocer que es una de las técnicas más efectivas y divertidas que he practicado, lo malo el pobre tamaño de las capturas, que fue lo que me hizo aborrecer esta modalidad.

A muchos depredadores les atraen las vibraciones de los motores de las embarcaciones, cebados por los descartes de los profesionales, y son víctimas del currican.
Otras especies más cautas como los llobarros las evitan.

Al igual que hay sonidos y vibraciones atraen, hay otras que los peces rechazan, por ejemplo, es de sobra conocido el caso de las doradas grandes que evitan los pesqueros donde escuchan plomazos.
Y todavía es más extremo en el caso del spinning, donde el pez de pasto desaparece al mínimo rastro, hay que evitar proyectar sombras, dejarse ver en exceso, lanzar lo más lejos posible de la zona con el pez de pasto, evitar pisar gravas o rocas que se desprendan... etc.

Tal vez en surfcasting, acostumbrados a lanzar la mayoría del tiempo a fondo, no tengamos en cuenta estas cosas, pero en días con aguas calmadas y limpias, los peces de la orilla nos ven y nos oyen, sobretodo si caminamos por la orilla y hay conchas o bolos, si damos voces o si de noche alumbramos el agua... ninguna de estas costumbres es buena si se pretende pescar en el rebalaje.
Yo incluso lleno el cubo nada más llegar al pesquero y no me vuelvo a acercar a la orilla más que para revisar las cañas.

Y para finalizar hablamos de los anzuelos de surfcasting y su relación con el tacto de los peces, y que el pescar con anzuelo pequeño, no solo disimula el engaño, además es más fácil que el pez no lo perciba en la boca y lo trague, asegurando la captura.
Por tanto podemos concluir que con anzuelo pequeño se pesca más, pero no se selecciona el tamaño de las capturas y la mayoría salen embuchadas, lo que impide realizar captura y suelta, por lo que no lo recomiendo.

En egging, el tacto del señuelo es fundamental, de ahí que las jibioneras vayan vestidas de tela, no solo por su mayor capacidad atractora a la vista, sino al tacto, pues simula la piel con escamas de un pez y evita que nuestra captura rechace la muestra y se suelte.
De igual modo, se han mostrado más efectivas todavía, en este sentido, las jibioneras blandas, que permiten clavar el pico y simulan la textura de la carne.


Otros tantos casos que hemos comentado en entradas anteriores, se complementan con el añadido del sonido y las vibraciones, por lo que no las vamos a repetir.
Así que con esto doy por finalizada esta serie de entregas, creo que el entender desde como perciben el entorno los peces a través de sus sentidos a como se desencadena una reacción instintiva de ataque, pero siempre basada en un aprendizaje previo, es fundamental para ayudarnos a explicar los distintos comportamientos de las especies que pescamos.

Espero que os haya gustado ;)

2 comentarios:

  1. Pues si que me a gustado y mucho esta serie de entregas dedicadas a los sentidos de los peces han estado muy muy guapas felicidades nen.

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